miércoles, 6 de septiembre de 2017

Imperivm- Ictus (2007)

El año pasado recibí un e-mail de BCore con los nuevos álbumes que traían de otros sellos y, quién sabe el porqué, me llamó la atención esta edición del segundo y último álbum de Ictus. Esta banda gallega ha girado por medio mundo, pero son unos desconocidos fuera del circuito alternativo más basto.

¿Por qué cuento todo esto? Porque compre dicho álbum "a ciegas". Lo escuché brevemente en youtube y me gustó. Cuando llegó el paquete, lo abrí con mucha ilusión, ya que venía con otro vinilo con dos rarezas de EPs y eran transparentes. El caso es que lo puse en el tocadiscos y me puse a mirar cualquier cosa por internet. Estaba oyéndolo, hasta que llegó el momento de poner la segunda cara y, a los 7 minutos, tuve que dejar lo que estaba haciendo. Se me puso la piel de gallina, cosa que excepcionalmente me ocurre.

Ictus es una banda de neo crustcore. Mezcla tanto la actitud y la velocidad del punk y el hardcore, pero cualquiera que lo escuche notará el sonido y la parafernalia del metal. El cantante no canta. A grito pelado y poniendo toda la carne en el asador, apenas se le entiende lo que dice. Por suerte, las letras están disponibles en internet y, en mi opinión, se aleja mucho de la sencillez del punk. Todo el álbum/canción de 40 minutos trata sobre el imperialismo de Estados Unidos, algo que parece que nunca pasará de moda.

Igualmente, lo que importa es la música. Si bien no tengo ninguna referencia del género, estamos ante una obra maestra que parece que no saldrá a la superficie a menos que un don nadie como yo escriba en un blog semiabandonado como este. Tal vez haya algo mejor de este estilo, pero la pasión que emanan es única. Ya no por los desgañitamientos del cantante, ya no por los dos guitarristas que rara vez tocan la misma nota, ya no por la velocidad impresionante que acompaña a los riffs que rara vez se repiten, tampoco por los minutos de post-rock que hay al final de cada cara del vinilo y que marcan, ni que la bajista haga unas líneas asombrosas. Es esa pasión en estado puro, es el fuego y la ira mezclados con rabia que tiene su clímax en el minuto 27 con un discurso claro y contundente.

Por primera vez, me arriesgo a poner solo el grandioso discurso que me puso la piel de gallina, no el álbum entero:



Por desgracia, no habrá nada más de esta banda. El batería murió y no hay intención de volver. Igualmente, tras 10 años, este álbum suena fresco y adelantado para su tiempo. Tanto los dos EPs como los dos discos que publicaron les hacen uno de esos grupos que apenas despegan, dan en la diana y se desbandan (por desgraciados motivos en esta ocasión) como Slint (a los que deben bastante) o Neutral Milk Hotel. Grupos efímeros, pero míticos.

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